21st Sunday in Ordinary Time

When Jesus ordained Peter to become the rock upon which he would build his Church, he made a promise. The gates of hell, he said, speaking of the netherworld that belongs to the principalities and powers of darkness (see Ephesians 6), "shall never prevail against it."

Jesus did not say that hell would never win battles against the Church. He said that the gates of hell would not win. Of course, they won't: Gates don't attack! Gates protect. Gates hold inside their boundaries whatever has been enclosed by a fence or wall. Do you know anyone who's been imprisoned by their sins? Or by hellish circumstances?

Christians are not called to take a defensive posture against attacks and encroachments from evil-doers. Christians are called to take the offensive – we are called to attack the very gates of hell, knock them down, and conquer the devils that are trying to drag people into their kingdom of misery and eternal death.

What Jesus did 2000 years ago to free people from evil he still does today through you and me.

For the sinners who want to escape from evil before it's too late, Jesus gave gate keys to Peter when he ordained him as the first shepherd (priest and pope) of Christianity. These keys have been passed from generation to generation through the unbroken line of Catholic priests.

What are the keys? The gates of hell are unlocked by Sacraments; they open the way to eternal life. When a priest "looses" (releases) the grace and forgiveness of God upon a repentant sinner during the Sacrament of Reconciliation, or when a priest "binds" a man and woman together in the Sacrament of Marriage, it's Jesus who's doing it through him.

The supernatural power of the Sacraments conquers evil every time we take them seriously and rely on the graces they provide.

Questions for Personal Reflection:
Where is there a locked gate in your life, which needs to get blown open so that Jesus can rescue you from some sort of darkness? What will you do this week to utilize the Sacraments more deeply, more profoundly?

21er. Domingo del Tiempo Ordinario

Cuando Jesús ordenó a Pedro que se convirtiera en la roca sobre la cual construiría su Iglesia, él hizo una promesa. Las puertas del infierno, dijo, hablando del infierno que pertenece a los principados y poderes de las tinieblas (ver Efesios 6), "nunca prevalecerán contra ella".

Jesús no dijo que el infierno nunca ganaría batallas contra la Iglesia. Dijo que las puertas del infierno no ganarían. Por supuesto que no: ¡Las puertas no atacan! Las puertas protegen. Las puertas sostienen dentro de sus límites lo que ha sido encerrado por una cerca o una pared. ¿Conoces a alguien que ha sido encarcelado por sus pecados? ¿O por circunstancias infernales?

Los cristianos no están llamados a adoptar una postura defensiva contra los ataques y las invasiones de los malhechores. Los cristianos están llamados a tomar la ofensiva - estamos llamados a atacar las puertas del infierno, derribarlas y vencer a los demonios que están tratando de arrastrar a la gente a su reino de miseria y muerte eterna.

Lo que Jesús hizo hace 2000 años para liberar a la gente del mal, todavía lo hace hoy a través de ti y de mí.

Para los pecadores que quieren escapar del mal antes de que sea demasiado tarde, Jesús le dio las llaves de la puerta a Pedro cuando lo ordenó primer pastor (sacerdote y papa) del cristianismo. Estas llaves se han pasado de generación en generación a través de la línea ininterrumpida de los sacerdotes católicos.

¿Cuáles son las llaves? Las puertas del infierno son desbloqueadas por los Sacramentos; ellos abren el camino a la vida eterna. Cuando un sacerdote "derrama" (libera) la gracia y el perdón de Dios sobre un pecador arrepentido durante el Sacramento de la Reconciliación, o cuando un sacerdote "une" al hombre y a la mujer en el Sacramento del Matrimonio, es Jesús quien lo hace a través de él.

El poder sobrenatural de los Sacramentos conquista el mal cada vez que los tomamos seriamente y nos apoyamos en las gracias que proporcionan.

Preguntas para la Reflexión Personal:
¿Dónde hay una puerta cerrada en tu vida, que necesita ser abierta para que Jesús pueda rescatarte de alguna clase de oscuridad? ¿Qué harás esta semana para utilizar los Sacramentos más plena y profundamente?