13th Sunday in Ordinary Time
In this Sunday's Gospel reading, Jesus emphasizes the importance of keeping our eyes on him and always making him our top priority. Nothing else matters as much as our relationship with God. This means following Jesus wherever he leads, doing everything his way, all the way, every day, giving him our 100% (no excuses for being mediocre in our faith), laying down our lives in service to others like he did.
Laying down our lives means making sacrifices, such as giving our cup of cold water to someone who's thirsty. It means receiving someone into our busy schedules and listening for the prophet in him; for example: What is God saying to us through this person?
When we refuse to lay down our lives for others, we reject the Cross of Christ and his sufferings, which he submitted to for our sake. This does not mean, however, that we can never say no to others. Jesus wants to lead us away from the harm of abuse or demands that are sinful or the enabling of unhealthy behaviors. Saying no in such cases is yet another Way of the Cross.
When we truly follow Christ, we can receive all that he is and all that he has for us. When we let go of our fears and personal goals, letting Jesus lead us into new places and new ways of handling problems, we discover new life in Christ. His ways are always far better than what we had feared would happen.
This is the difference between a mediocre faith and a life in Christ that is full of adventures, miracles, surprising solutions, healing, victories, and realizing how very precious and important we are to God.
Questions for Personal Reflection: Who has asked you (either consciously or unaware) to lay down a part of your life for them? When have you said no? When have you said yes -- and was it worth the sacrifice?
13er. Domingo del Tiempo Ordinario
En la lectura del Evangelio de este domingo, Jesús enfatiza la importancia de mantener nuestros ojos puestos en él y siempre hacer de él nuestra máxima prioridad. Nada importa más que nuestra relación con Dios. Esto significa seguir a Jesús dondequiera que nos conduzca, haciendo todo a su manera, todo el camino, todos los días, dándole nuestro 100% (no hay excusas para ser mediocre en nuestra fe), entregando nuestras vidas en servicio a los demás como lo hizo él.
Ofrecer nuestra vida significa hacer sacrificios, como dar nuestro vaso de agua fría a alguien que tiene sed. Significa recibir a alguien en nuestras agendas ocupadas y escuchar al profeta en él; por ejemplo: ¿Qué nos dice Dios a través de esta persona?
Cuando nos negamos a dar nuestras vidas por los demás, rechazamos la cruz de Cristo y sus sufrimientos, que él entregó por nosotros. Esto no significa, sin embargo, que nunca podamos decir no a los demás. Jesús quiere alejarnos del daño que nos provocan los abusos o las demandas que son pecaminosas o que hacen que surjan en nosotros conductas no saludables. Decir que no en tales casos es otro Vía Crucis.
Cuando verdaderamente seguimos a Cristo, podemos recibir todo lo que él es y todo lo que tiene para nosotros. Cuando abandonamos nuestros temores y metas personales, dejando que Jesús nos lleve a nuevos lugares y nuevas maneras de manejar los problemas, descubrimos una nueva vida en Cristo. Sus caminos siempre son mucho mejores de lo que temíamos que sucedería.
Esta es la diferencia entre una fe mediocre y una vida en Cristo que está llena de aventuras, milagros, soluciones sorprendentes, sanación, victorias y de darse cuenta de lo precioso e importante que somos para Dios.
Preguntas para la Reflexión Personal:
¿Quién te ha pedido (consciente o inconscientemente) que entregues una parte de tu vida por ellos? ¿Cuándo dijiste que no? ¿Cuándo has dicho que sí - y valió la pena el sacrificio?